No me gusta entrar con Julia en tiendas pequeñas porque desconozco cuál va a ser su comportamiento pero ayer me pudo mi "lado frívolo" y al pasar por una zapatería que están haciendo liquidación, no resistí la tentación. Su propietaria sabía que tenía una hija "especial", pero hasta ayer no la había visto nunca...Al entrar, Julia se sentó en una de las sillas: es muy alta, le sobran algunos kilos, no habla, tiene algunos tics...en fin, es una niña autista. Llegados a este punto la propietaria se llevo la mano al pecho en un gesto de clara congoja y solamente sabía decir: "yo es que no la conocía, yo es que no la había visto nunca".
Para quitar "hierro" al asunto le comenté que en casa, salvo las carreras por el pasillo, sus lanzamientos "a peso muerto" sobre su cama (ha roto ya ocho o nueve); su manía de tirar el bol en el que merienda por la ventana una vez que ha comido sus cereales y alguna que otra cosa ...es una niña muy llevadera.
Pero la propietaria solo sabía decirme: "Dios mio, debe ser muy estresante"; "¿Tienes más hijos?"..."si", le dije, "Celia que es justo un año más pequeña". Sé que ayer su cara de angustia, de conmiseración, de lástima era sincera pero no puedo soportarla.
Aún no he conseguido superar que la gente nos mire cuando Julia y yo vamos juntas por la calle. Al menos, cuando era pequeña, pasaba más desapercibida pero ahora es muy dificil no fijarse en ella. Me gustaría llevar "tatuado" en la frente:"mi hija es autista, su CI es probablemente más elevado que el suyo, pero su comportamiento corre independiente de su inteligencia, de ahí sus gritos, sus saltos, sus carreras".
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