MI HIJA TIENE AUTISMO...Y USTED, ¿QUÉ MIRA?: agosto 2018

Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.

Tiene Autismo "no verbal".

Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.

¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

miércoles, 1 de agosto de 2018

"CLAUSURA" (M.A.M.)

Creo que ya he cerrado un ciclo, finalizado un proyecto, clausurado una etapa de mi vida. Desde hoy pongo fin a este blog que nació con la intención de dar a conocer mi experiencia, estrictamente personal, sobre el autismo.
Mi hija Julia ya tiene veinte años y, francamente, dudo que vaya a producirse algún cambio digno de reseñar.
Cedo el testigo a todas aquellas madres que llegan a este duro mundo del autismo...yo ya he contado todo lo que tenía que contar.

Desde que Julia empezó a presentar los primeros síntomas de que algo no funcionaba correctamente en su maduración como persona, mi principal empeño es reivindicar que el AUTISMO no es una enfermedad contagiosa. No está tipificada ni tan siquiera como enfermedad, sino como conjunto de síntomas y es así, dependiendo del número de síntomas, como se "mide" el grado de AUTISMO.
En una ocasión leí que la posibilidad de encontrar un "AUTISTA ABSOLUTO", es decir, que cumpla todos los síntomas es prácticamente imposible.
Mi hija es "especial", pero también es feliz, positiva, alegre y consigue lo que pocos adultos logramos: vivir el momento pues para ella existe solo el presente.

Julia, mi bebé

Contemplar estas imágenes de Julia me produce una extraña mezcla de sentimientos. Por un lado, me encanta verme en mi plenitud de madre primeriza pero, a la vez, me provocan una enorme tristeza porque, en esos momentos, desconocía que ese ser diminuto se convertiría en un ser "especial" y, por último, me desespera desconocer, a día de hoy, el por qué de su problema.
Julia en mi barriga, cuando faltaban solamente diez días para su nacimiento; alimentándose con la leche de mis pechos, diminutos meses antes, enormes en ese momento plenos de alimento; dormida en mi regazo, absolutamente relajada, mientras yo me deleitaba con su olor, así como me deleitaba contemplándola cuándo despertaba de sus cortos períodos de sueño