A pesar del temor de poder pecar de soberbia, creo que las personas más capacitadas para hablar de educación, alimentación, comportamiento, medidas a tomar ante situaciones tan estresantes como puede ser un ataque de ansiedad de una niña o niño con autismo, por poner un ejemplo, son las madres. Por supuesto que los profesionales están ahí para ACONSEJAR pero somos nosotras, las madres, quienes llevamos el peso del día a día; somos nosotras las únicas que podemos demostrar empíricamente si a mi hija, por ejemplo, le es mucho más útil un abrazo que un grito severo.
Por supuesto que no olvido la figura del padre pero, tristemente, aún estamos muy lejos de una sociedad realmente equitativa e igualitaria. Y no, no me valen las excepciones; salvo en la función pública, las diferencias salariales entre hombre y mujer son una realidad constatable; el paro femenino es muy superior al fenenino y, si un miembro de la pareja ha de optar por quedarse en casa, más cuando hay un hijo con discapacidad es, tristemente, la mujer. No hablemos ya cuando se produce un divorcio pero, como muchas veces se me acusa de personalizar mis "post", voy a poner unos significativos puntos suspensivos...
A lo largo de los 19 años de mi hija Julia no sé si es una casualidad pero, al menos para mí es una realidad, los profesionales más severos y rígidos no tienen hijos. Estoy muy cansada de que personas que únicamente conocen la teoría o, si acceden a la práctica, lo hacen en horario laboral y sin ninguna implicación emocional ni sentimental, me den consejos sobre la educación de mi hija Julia. Eso es muy fácil, no nos engañemos; todos somos capaces de marcar pautas educativas estrictas y duras pero cuando el amor entra en juego y, a ese amor le añades, la ternura y sensibilidad que despiertan los hijos " especiales", bajamos nuestro nivel de intransigencia. Si tras todo el día en el colegio, poniendo como ejemplo a Julia, le apetece escuchar la misma canción, mientras corre por el pasillo, a lo largo de dos horas pues...se lo permito...pienso que es bueno que se relaje, que se sienta cómoda en su casa.
Siempre había escuchado que los niños vienen al mundo "sin libro de instrucciones"...imaginad si ese niño es, además "especial". Las madres, entonces, nos convertimos en cuidadoras, enfermeras, psicólogas, terapeutas, abogadas además de, por supuesto, madres.
Creo poder afirmar que la opción voluntaria de ser madre responde siempre a una mujer valiente. Por supuesto, esta afirmación no implica que toda mujer que no sea madre sea cobarde...¡en absoluto!...pero tomar la decisión de tener un hijo, sabiendo que con ello renuncias a un valor tan fundamental como la libertad individual, solo puedo hacerlo una mujer con coraje. Seguro que hay alguien que me reproche (lo sé, lo hay) que es igual de valiente la mujer que renuncia a la maternidad con el fin de cumplir un sueño pero, esa mujer, una vez alcanzado su deseo (ya sea dar la vuela al mundo en globo o alistarse a un cuerpo de élite del ejército) recobra su libertad...una madre queda atada para siempre y, no acepto el argumento de algunos que afirman que tener un hijo es algo que la mujer desea para dar un sentido a su vida. Tal vez ese argumento resultase válido en el siglo pasado pero es muy triste que pululen por ahí personas que aún lo piensen, máxime cuando uno de tus hijos es "especial".