Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

domingo, 31 de enero de 2016

NOTICIA ESPERANZADORA (M.A.M.)

El artículo que he incorporado a mi blog es esperanzador y si afirmo ésto es porque, cuando tienes un hijo diagnosticado como autista, por mucho que lo hayas aceptado, asimilado, asumido, siempre queda un telón de fondo ocupado por el miedo, sobre todo si no tienen comunicación oral: miedo al abuso, miedo a las pérdidas, miedo a acudir a cualquier sitio...pánico a acudir a un centro médico, porque sabes que casi nunca habrá un especialista en trabajar con estos niños.

Hace siete años mi hija Julia desapareció de casa...estaba en zapatillas, tenía nueve años y ¡no sabíamos qué hacer!. Su padre, y yo, salimos despavoridos a la calle y nos dividimos en su búsqueda; miramos en todos los lugares en los que pudiese haber comida de cualquier tipo o golosinas (para el que no lo sepa, desde 2007, vivimos en un pueblo ubicado a unos 15 kilómetros de Oviedo, llamado Pola de Siero, al que nos trasladamos por problemas derivados de la escolaridad de Julia...pero este es otro tema...lo que quiero indicar es que no es lo mismo escaparse en Madrid que en el lugar en el que vivimos).

Cuándo ya íbamos a llamar a la policía al borde de la desesperación, el propietario de un locutorio, en el que vendían golosinas, nos comentó que había entrado una niña...que había ido directamente al expositor de chucherías...que había cogido una bolsa de "gusanitos"...y que tal como había entrado se marchó. Obviamente, el joven salió tras ella y al notar que no contestaba a sus preguntas decidió llevarla a la sede de la policía local que ¡menos mal! está a menos de dos minútos de casa. Cuando llegamos estaba comiendo una chocolatina, rodeada de agentes qué no sabían que hacer a pesar de llevar al cuello una placa en la que indicaba su nombre y en el reverso su diagnóstico y tres números de teléfono...pero como era de oro supusieron que era un adorno sin más. Desde entonces, todos sus datos están en la base de datos de la policía local de Siero..

Dos años después en un descuido de un segundo, volvió a escaparse de casa. Ese día si llamé a la policía y...¡tras cuarenta y cinco terribles minutos de angustia...apareció con una enorme sonrisa!...Ahora, en la puerta de acceso a la calle, en mi casa, hay un gran cartel que recuerda cerrar siempre la puerta con llave.

Mi casa es la "mansión de los candados": candado en la cocina para que no entre y desvalije la nevera; candado en el salón para que no se dedique a tirar por la ventana todo tipo de objetos; candado en mi estudio para que no pueda salir a la terraza...candados en los muebles de la cocina con acceso a la cocina...

Desde aquí aplaudo cualquier iniciativa, por pequeña que esta sea, que facilite el día a día de estas personas especiales que ¡tan perdidas se encuentran en un mundo habitado por gente no especial!

Ilustro este "post" con una fotografía muy significativa para mi: "Julia, nunca olvides que siempre voy a estar junto a ti, ayudándote a atar los cordones de tus zapatillas".

"Los bomberos ya saben cómo actuar en accidentes con personas con autismo" ( Diaridetarragona.com)

Bombers ha editado un tríptico sobre la enfermedad. Mossos  y otros cuerpos de seguridad se plantean iniciativas similares.

En noviembre del año pasado agentes de los bomberos acudieron a un curso organizado por la Associació de Famílies amb Disminuïts Psíquics de les Comarques Tarragonines, Astafanias, sobre el autismo.
Lo que no imaginaron es que, poco tiempo después, aquellos conocimientos que  obtuvieron serían determinantes para atender a un niño víctima de un accidente de tráfico. Su padre había perdido la conciencia y se dieron cuenta, por las ‘estereotipias’(comportamientos peculiares) del pequeño, que tenía un Trastorno del Espectro Autista.
A partir de allí los agentes se quitaron los cascos, desactivaron todas las sirenas y se descargaron en el teléfono móvil un programa basado en pictogramas.  Gracias a ello pudieron comunicarse y consiguieron sacar al pequeño del coche.El relato lo cuenta emocionada Alejandra Salor, presidenta de Astafanias y madre de un niño autista. Explica que están muy agradecidos porque en Bombers se interesaron inmediatamente  por el tema y decidieron hacer un tríptico para informar a sus agentes en toda Catalunya. Ahora Mossos d’Esquadra, SEM, Guàrdia Urbana y Policía Portuaria también han mostrado interés por hacer iniciativas similares. Además, de una asociación de padres de Navarra les han pedido asesoramiento para hacer lo mismo con los cuerpos de seguridad de su comunidad.Iniciativa tranquilizadora
«Para un padre es muy tranquilizador saber que en una situación de emergencia sabrán cómo atender a tu hijo... Es algo con lo que pueden encontrarse con relativa facilidad, porque la proporción de personas con un Trastornos del Espectro Autista es de una por cada ochenta y ocho».
Anna Subirà, psicóloga de la Unitat del Grup d’Emergències Mèdiques de Bombers, explica que los agentes ya cuentan con una formación específica en primero auxilios psicológicos, pero muchas de las pautas que tienen podrían no servirles con una persona autista. Hay recomendaciones, como establecer contacto visual o mantener el contacto físico que en este caso no se recomiendan.
Además, el tríptico explica cuáles pueden ser los comportamientos típicos de un autista en un incendio, o si desaparece de casa, por ejemplo,
Los cursos para fuerzas de seguridad  se repetirán en mayo de este año y correrán a cargo de la psicóloga Ester Rovira Güell. Cuentan con la colaboración de la Caixa, la Diputació de Tarragona y el Port de Tarragona.


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