JULIA ES “MUY ESPECIAL”
Tardes como las de hoy me hacen darme cuenta, me recuerdan cruelmente que Julia no
no es una niña como las demás…y también me hacen pensar que debe tener un ángel
que la protege constantemente.
A lo largo de su vida, desde siempre, le ha gustado tirar objetos por las ventanas o por la
Terraza. Recuerdo que cuando reformamos esta casa, en la que ahora vivimos Celia,
Julia y yo, pedimos que nos pusieran cerraduras en todas las ventas de la casa…¡¡¡a los
seis meses no funcionaba ninguna…las había forzado toda!!!.
Ahora he optado por los candados, estéticamente más feos pero más efectivos porque le
impide la entrada a la habitación; mañana compraré el correspondiente al salón.
Pero, lo que más de sorprende de todo es que jamás, nada de lo que ha tirado a la calle
le haya caído en la cabeza a nadie…y ha tirado: paraguas, sombrillas, hinchadores de
ruedas de bicicleta, jalones usados por su padre en los trabajos de campo (jalones que
rematan en una punta para clavar en el suelo).
Ya recibí en su día la visita de la policia porque había una niña tirando objetos a la “vía
publica”; ese día no tiró la bicicleta de milagro, pero aún recuerdo la vergüenza que
pasé, en plena calle, en pijama, recogiendo todo lo arrojado por Julia e inspeccionando
que ningún coche había sufrido ningún desperfecto, mientras todas las señoras estaban
asomadas a sus balcones contemplando en “espectáculo”.
En días como hoy también me doy cuenta que Julia jamás disfrutará de la vida como lo
hace su hermana Celia, quien hoy, como se celebra la festividad de los “ Hüevos PIntos
de la Pola”, lleva desde las 4 de la tarde en las barracas con sus amigas…Julia, no, Julia
no tiene amigos; a Julia le molestan los ruidos de las barracas, los tumultos.
Yo a veces me autengaño y pienso que he pasado por todas las fases del duelo pero no
es verdad.
No existe un tiempo fijo para vivir el duelo. Cada cual necesitará su tiempo. Y sólo
nosotros podemos marcar el tiempo que necesita nuestro ser para poder considerarse recuperado. Pero sólo cada de nosotros sabe lo que necesita.
Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que
Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que
nos produce la situación.
Aceptar que nos duele, manifestar el dolor e iniciar el camino de regreso a la realidad y
a nuestro propio orden de las cosas
Etapas descritas por la Dra. E. Ross
1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una
Etapas descritas por la Dra. E. Ross
1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una
noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria y
pronto será sustituida por una aceptación parcial: "no podemos mirar al sol todo el
tiempo".
2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué.
Es una fase difícil de afrontar para los y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo;
todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o
vergüenza
3) Pacto o negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo
con la gente y con Dios, si se es creyente, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo
para intentar superar la traumática vivencia.
4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza,
4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza,
aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en
general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es
contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado
positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al
doliente. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará
agradecido de que se le acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una
etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir.
Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio
a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para
animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor
turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que
esperan de ellos quienes los rodean.

5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus
sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, y la depresión-
contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer
que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de
sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o
acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida se va
imponiendo.
Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se
puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder
sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y
encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.
Tardes como las de hoy me hacen darme cuenta, me recuerdan cruelmente que Julia no
no es una niña como las demás…y también me hacen pensar que debe tener un ángel
que la protege constantemente.
A lo largo de su vida, desde siempre, le ha gustado tirar objetos por las ventanas o por la
Terraza. Recuerdo que cuando reformamos esta casa, en la que ahora vivimos Celia,
Julia y yo, pedimos que nos pusieran cerraduras en todas las ventas de la casa…¡¡¡a los
seis meses no funcionaba ninguna…las había forzado toda!!!.
Ahora he optado por los candados, estéticamente más feos pero más efectivos porque le
impide la entrada a la habitación; mañana compraré el correspondiente al salón.
Pero, lo que más de sorprende de todo es que jamás, nada de lo que ha tirado a la calle
le haya caído en la cabeza a nadie…y ha tirado: paraguas, sombrillas, hinchadores de
ruedas de bicicleta, jalones usados por su padre en los trabajos de punta (jalones que
rematan en una punta para clavar en el suelo).
Ya recibí en su día la visita de la policia porque había una niña tirando objetos a la “vía
publica”; ese día no tiró la bicicleta de milagro, pero aún recuerdo la vergüenza que
pasé, en plena calle, en pijama, recogiendo todo lo arrojado por Julia e inspeccionando
que ningún coche había sufrido ningún desperfecto, mientras todas las señoras estaban
asomadas a sus balcones contemplando en “espectáculo”.
En días como hoy también me doy cuenta que Julia jamás disfrutará de la vida como lo
hace su hermana Celia, quien hoy, como se celebra la festividad de los “ Hüevos PIntos
de la Pola”, lleva desde las 4 de la tarde en las barracas con sus amigas…Julia, no, Julia
no tiene amigos; a Julia le molestan los ruidos de las barracas, los tumultos.
Yo a veces me autengaño y pienso que he pasado por todas las fases del duelo pero no
es verdad.
No existe un tiempo fijo para vivir el duelo. Cada cual necesitará su tiempo. Y sólo
nosotros podemos marcar el tiempo que necesita nuestro ser para poder considerarse recuperado. Pero sólo cada de nosotros sabe lo que necesita.
Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que
Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que
nos produce la situación.
Aceptar que nos duele, manifestar el dolor e iniciar el camino de regreso a la realidad y
a nuestro propio orden de las cosas
Etapas descritas por la Dra. E. Ross
1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una
Etapas descritas por la Dra. E. Ross
1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una
noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria y
pronto será sustituida por una aceptación parcial: "no podemos mirar al sol todo el
tiempo".
2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué.
Es una fase difícil de afrontar para los y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo;
todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o
vergüenza
3) Pacto o negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo
con la gente y con Dios, si se es creyente, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo
para intentar superar la traumática vivencia.
4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza,
4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza,
aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en
general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es
contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado
positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al
doliente. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará
agradecido de que se le acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una
etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir.
Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio
a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para
animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor
turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que
esperan de ellos quienes los rodean.

5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus
sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, y la depresión-
contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer
que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de
sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o
acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida se va
imponiendo.
Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se
puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder
sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y
encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.
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