Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

martes, 13 de enero de 2015

UN CUENTO PARA NUESTROS NIÑOS: "ZOE Y SU CABALLO, LINDO" (M.A.M.)



  Zoe es una niña preciosa que acaba de cumplir 11 años…así que tiene que exprimir lo que le queda de infancia porque dentro de muy poco tiempo se convertirá en una pre adolescente, algo que a ella no le apetece nada porque querría seguir siendo una niña pequeña. Decididamente Zoe no quiere dejar de ser una niña porque le gustan los mimos, los besos en su barriga gordita y sobre todo las pedorretas en el cuello; sabe que cuando crezca muchas de las cosas que le gustan desaparecerán.

Zoe tiene unos enormes ojos oscuros, unas largas pestañas negras y el pelo de un precioso color caoba. Lo lleva corto, como un niño, porque no soporta que su mami la peine; es algo que le molesta muchísimo. Su nariz es pequeña y su preciosa boca deja entrever unos dientes, no muy grandes, algo separados y muy, muy blancos.

Zoe es una niña que tiene autismo. Entiende absolutamente todo lo que escucha a su alrededor pero ella, salvo el si y el no, se niega a hablar…para qué, si es capaz de saber a mucha distancia lo que la gente piensa. Zoe no recuerda el día en el que se dio cuenta que tenía esa capacidad pero, desde entonces, ha preferido guardar el secreto. Nadie lo sabe, ni su mamá, ni su papá, ni su hermana, ni su abuelita...nadie….bueno, esto no es del todo cierto ya que los animales que la ven todos los días si lo saben.

Cuando Zoe tenía tres años vivía con ellos un gato siamés, gordinflón, pachorrón al que le encantaba tumbarse en una butaca bajo la ventana a tomar el sol. Una tarde de septiembre, cuando ya estaba finalizando el verano, Mushi, que era como se llamaba el gato, estaba panza arriba, ronroneando de gusto cuando Zoe llegó corriendo a toda velocidad y de golpe se sentó bruscamente junto a él.

-“Zoe tienes que ser un poco más suave, me has despertado bruscamente y yo ya estoy muy viejecito…por favor, la próxima vez ten más cuidado”

Zoe se quedó mirando al gato Mushi, sabía perfectamente lo que le había dicho,” ¿pero cómo lo ha hecho?”, se preguntó.

Quizás fue ese el día en el que Zoe se dio cuenta por primera vez que podia hablar con los animales sin pronunciar una sola palabra. No tenía muy claro como lo hacía, pero el hecho es que, a la mañana siguiente, de camino al colegio, Michi, un perro callejero, pulgoso y con muy mal humor, que dormía resguardado en un hueco que había encontrado a la puerta del colegio, le dijo:
-“Buenos días, Zoe…menos mal que tú eres la niña que menos grita al entrar al cole…el resto de tus compañeros no se dan cuenta de que estoy aquí, durmiendo, tan plácidamente”.

-“A lo mejor la razón-le contestó Zoe- es que soy una niña que tiene autismo, que es el motivo  que me impide hablar, pero por lo que veo, no me impide saber lo que dices y tú entiendes también lo que estoy pensando, ¿no es así?”

-“Pero que ocurre…¿te has dado cuenta hoy?. Eso no es posible, porque el año pasado yo ya te saludaba todas las mañanas y tu me respondías haciendo un gesto con la mano.

-“¡ Tienes razón!...pues creo que no le había dado importancia porque pensaba que todo el mundo podía hacer lo mismo que yo, pero ahora sé que debo ser la única niña que tiene esa capacidad…¿sabes qué?...me mola. Y ahora que lo dices, por eso siempre sé cuando me toca ir al médico, lo que voy a comer al mediodía, la ficha que ha elegido la profe en clase….jo, que guay.

-“Zoe, yo te aconsejo una cosa- le dijo el perro Michi- ¿tu sabes escribir?”.

-“ Estoy aprendiendo a escribir con lápiz y en el ordenador…¿por qué me lo preguntas?

-“Porque estoy convencido que cuando sepas escribir bien, las personas mayores te harán preguntas y te pedirán que escribas las respuestas….¡como no hablas!. Pues bien, ¡ni se te ocurra decir que tienes esa capacidad!...es muy probable que no te creyesen y encima, a lo mejor los niños de tu clase se reirían de ti!. ¿Te puedo hacer una pregunta?

-“Por supuesto”, respondió mentalmente Zoe.

-¿Tu tienes previsto hablar con la boca alguna vez como hace el resto de la gente?.

-¿Sabes lo que pasa, Michi, que cuando tenía que haber empezado a hablar no lo hice y no me preguntes la razón porque la desconozco y ahora que tal vez me podría apetecer porque ¡para que voy a engañarme! creo que mis papis se llevarían un superalegrón y no digamos mi abuelita…además la vida diaria sería un poco más sencilla…pero las veces que lo he intentado, a escondidas, en mi habitación, ¡imposible!. Sólo puedo pronunciar las vocales pero el resto de las letras ¡no me salen!...además, a estas alturas ya todo el mundo sabe que soy una niña con autismo y se comunican conmigo usando fotos, dibujos….bueno, ellos lo llaman pictogramas…y van arreglándose. Hombre, me gustaría que mis papis supiesen que yo sé lo que piensan, porque hay veces ¡qué piensan unas cosas tan feas!...pero si tú me aconsejas que no lo escriba, te haré caso pues creo que eres el perro más viejo que conozco y siempre he oído que cuanto más viejo eres más cosas sabes”

Zoe, como muchos otros niños con autismo, monta a caballo, porque según sus papis es muy bueno para ella. Le relaja, estimula la "sociabilidad" , el afecto y mejora su "psicomotricidad". Lo cierto es que a Zoe, independientemente de todo lo bueno que tiene montar a caballo para una niña como ella, con autismo, ¡le encanta galopar y galopar!...correr y saltar...¡es de lo más emocionante!

Cuando empezó a los cuatro años, Zoe recuerda que el primer día le dio un poco de miedo porque el caballo era muy alto, pero enseguida se hizo amiga de él. El caballo que siempre ha montado Zoe se llama Lindo. Zoe ha escuchado a su profe que es un caballo percherón, muy tranquilo; su pelaje es blanco. Tiene unos grandes ojos, cubiertos por unas espesas pestañas, una nariz  de color negro y una boca muy grande que para lo único que la utiliza es para relinchar y comer...¡le encantan las zanahorias y el pan que le da Zoe después de cada clase!. Sin embargo, hoy, cuando llegaron a las caballerizas, la profe de Zoe le dijo.
-“Acabas de cumplir 12 años…ya eres una niña mayor que además sabes montar muy bien a caballo. Sabes ir al paso, trotar, galopar, saltar. Lindo está ya un poco viejecito y creo que es hora de que cambiemos de caballo”.

Zoe se enfadó muchísimo; ella quería seguir montando a Lindo, su amigo, su compañero. Desde que le montó el primer día, nunca se cayó al suelo, con él aprendió a trotar, a llevar las riendas. Decididamente no estaba dispuesta a montar otro caballo. Zoe sabía que como era una niña con autismo, a pesar de tener 12 años, podía llorar, patalear, gritar y que no la regañarían porque todos pensaban:
-“Pobrecita, es una niña autista….estas pataletas son la manera que tiene de expresar su frustración”.

En otras ocasiones, a Zoe no le había importado nada que la gente pensase eso, pero hoy si porque realmente estaba muy enfadada. Además, ella no era una niña autista, al igual que no era una niña rubia o una niña china o una niña pecosa. Ella era una niña que, además de ser niña tenía autismo.

Entonces empezó a correr hacia las viejas caballerizas tan rápido que nadie pudo alcanzarla. Logró llegar al establo donde estaba Lindo.

-“Lindo, no me dejan seguir montando contigo porque dicen que ya soy muy mayor, pero yo no quiero a otro caballo te quiero a ti, solamente a ti”...todo esto, por supuesto, pensando y no hablando, algo que a estas alturas Zoe ya había aceptado como normal.

-“Zoe, prepara la silla de montar y las riendas y súbete sobre mi….ya verán si puedo o no puedo seguir siendo tu caballo. Ya me están fastidiando con el rollo ese de que ya estoy muy mayor. Anda, corre, date prisa antes de que lleguen que hoy te voy a enseñar algo que sé hacer y que nunca te he podido enseñar porque siempre estábamos vigilados por la profe”

-“¿Qué es, qué es?”, preguntó mentalmente una ansiosa Zoe.

-“Tu móntate y ya lo verás”

Rápidamente Zoe preparó la silla y las riendas y subida a Lindo salieron los dos del establo a toda velocidad.

-“Por fin estamos solos, ¿no?”, preguntó Lindo

-“Si, no te preocupes, hemos llegado al bosque y aquí van a tardar bastante en llegar”.

-“Bien, pues entonces prepárate. ¿Recuerdas que tras hablar con tu gato Mushy, que en paz descanse en el cielo de los gatos y con el perro Michi,, que también está ya en el cielo de los perros, un día viniste muy misteriosa…deberías tener cinco años…y me dijiste que podías saber lo que pensaba y que desde entonces hemos tenido una comunicación maravillosa?”.

-“Claro, ¿como no me voy a acordar?; recuerdo además que tú también, aunque eras mucho más joven que ellos me aconsejaste lo mismo, que era mejor guardarlo en secreto, algo que he hecho hasta ahora.”

-“Entonces comprenderás perfectamente lo que voy a confesarte hoy…además de trotar y galopar, además de correr y saltar vallas, ¿sabes lo que se hacer?...¡¡¡¡¡volar!!!.



Fue entonces cuando de los costados de Lindo empezaron a salir unas alas, al principio muy pequeñas hasta convertirse en unas largas y preciosas alas aterciopeladas que Lindo empezó a agitar suavemente. Cuando Zoe miró hacía abajo se dio cuenta de que estaban a una gran altura, sobre las nubes…un sitio precioso que siempre había visto desde la tierra, pero las nubes, vistas desde arriba son diferentes: algodonosas, esponjosas. Llegaron a una especialmente confortable y Lindo le pidió a Zoe que descendiera de la silla para conocer el placer de recostarse sobre una blanca nube.

-“Zoe, tengo que decirte una cosa…es probable que al principio te apenes y entristezcas, pero te puedo asegurar que yo estoy muy contento por lo que va a ocurrir dentro de muy poco tiempo”

-“¿Qué es Lindo?...¿por qué me voy a poner triste?”

-“Zoe, ¿tu recuerdas cuántos años tenías cuando viniste a conocerme?”

-“No sé, creo que tenía unos cuatro años…por qué me lo preguntas”

-“Cuando tu viniste por primera a vez tenías cuatro años, sin embargo yo tenía ocho porque los caballos que trabajamos con niños que tenéis algún problema, no podemos ser jóvenes, ni nerviosos…sino tranquilos y obedientes. Estoy seguro de que vas a entender lo que te voy a contar. La vida de los animales suele ser mucho más corta que la de las personas. ¿Recuerdas a tu gato Mushy que se murió cuando tu tenías cinco años? ¿y cuántos tenía él?…creo recordar que me dijiste llorando, el día que subió al cielo de los gatos, que tenía quince…¡y quince años en un gato son muchos años!. Ahora sé, porque tu me lo contaste, que desde hace tres años vive con vosotros un perro que se llama Xasy, ¿no es así?.

-Si, así es….y es cierto que mami me explicó el día que Xasy cumplió un año que si fuese un niño tendría siete años…algo que me costó un poco comprender pero creo que ahora ya sé lo que me quería decir. ¿Cuántos años tienes tú, Lindo?

-Calcula, mi pequeña. Te conocí cuando tenías cuatro años y yo tenía ocho…ahora tienes ¿12?, sino me equivoco, por tanto yo tengo 16 años. Aun me quedan unos años de trabajo, pero tu ya pesas demasiado para mi viejo lomo. Por eso quería que supieras que aunque tu profe te pida que montes ahora a otro caballo es únicamente porque yo ya no tengo fuerzas para trotar, galopar y saltar contigo. Y quería decírtelo en mi lugar favorito, sobre mi nube preferida. No quería que te despidieses de mi sin conocer mi gran secreto.

-“¿Cómo despedirme de ti?....yo quiero seguir viéndote cada sábado que venga aunque tenga que ensillar a otro caballo.

-“Es que no sé si te dejarán venir a verme…los profes de aquí tienen la teoria de que los niños que tenéis autismo, os enfadáis con mucha facilidad , por lo que no querrán que vengas a mi establo”

-“Los profes no tienen ni idea de por qué nos comportamos así los niños que tenemos autismo…vaaaaaaaaaaaaale, una de las razones es que, como dicen los mayores “tenemos un nivel de frustración muy bajo”, pero la mayoría de las veces lo hacemos para conseguir lo que queremos”

-“Supongo que tu quieres que te guarde el secreto de qué sabes volar al igual que yo preferiría seguir manteniendo en secreto que puedo saber lo que piensan las personas y los animales. Lo que haré entonces será convencer a mi papi para venir un poco antes. No sé como lo haré…¡¡¡¡¡Ya sé!!!!!!... a pesar de lo que en su día me aconsejó el perro Michi, lo escribiré en un papel y como se van a poner tan súper contentos al ver que puedo comunicarme a través de la escritura, seguro que lo consigo y entonces añadiré en mi nota que me gustaría estar contigo esa media hora de más, cepillándote, limpiándote, dándote zanahorias…¿qué te parece?

- “Me parece una idea estupenda…¿ahora quieres que demos un paseo sobre las nubes y que lleguemos al cielo de los gatos para que puedas saludar a Mushy?”

-“¡Me encantaría!”

Y fue así como Zoe pudo volver a abrazar a su gato Mushy, el cual le dijo que estaba encantado de vivir en el cielo de los gatos, porque había vuelto a ver a su mami, a su papi, a todos sus hermanos y que se lo pasaban genial. Luego dieron un rodeo y llegaron al cielo de los caballos, donde vivía ya la mamá y el papá de Lindo. “Papá, mamá, os presento a Zoe mi mejor amiga”- “encantados de conocerte, ya sé que Lindo te ha contado cosas que todos los animales tenemos prohibido contar, pero sabemos también que eres una niña que sabe guardar los secretos”. “Hasta pronto”, les dijo Lindo que volviendo a extender sus alas, pidió a Zoe que se subiera a la silla pues iban a hacer el viaje de vuelta.

Cuando regresaron, todos los profesores y el papi de Zoe estaban preocupados por su desaparición. Cuando la encontraron junto a Lindo todos se alegraron y la profe quedó gratamente sorprendida porque cuando le dizo a Zoe que a partir de ese día como ya tenía doce años empezaría a montar sobre un caballo mucho más joven , Zoe no empezó a llorar, gritar y patalear…se limitó a sonreír y mirar de reojo a su para siempre mejor amigo, el caballo Lindo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y espero de corazón que os haya gustado.

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