Podría seguir contando la conversación que tuve con él, charla en la que le comenté que me parecía increíble que, hace apenas tres semanas, se celebró un juicio en el que solicitaba la renuncia a la custodia compartida y a cualquier tipo de prestación económica, alegando su falta absoluta de trabajo y que ahora, como por arte de "birlibirloque", no ha dejado de trabajar. Nuevamente, tras una larga lista de insultos me dijo, sin ningún tipo de reparo, que él jamás había dejado de trabajar pero, claro...¿eso cómo puedo demostrarlo?. Sí, lo sé, contratando a un detective, pero mi economía no está para tales dispendios.
Tal vez, proseguiría narrando cómo le dije que, cuando me llegase la sentencia, estoy pensando muy seriamente apelar. Él me dijo que era imposible, que habíamos llegado a un acuerdo amistoso...¿amistoso?...con una abogada coaccionando mi decisión al amenazarme con la posibilidad de que, si me negaba a aceptar el "mínimo vital" y la supresión de la "pensión compensatoria" y decidía entrar a juicio, fuese cual fuese la cantidad que estipulase el juez, ella apelaría a la Audiencia Provincial, con el consiguiente riesgo a no cobrar durante meses hasta el pronunciamiento de una nueva sentencia.
Y quizá, continuaría con la nueva obsesión de mi ex marido. Ya no recuerdo los años que lleva sin pagar su parte de la hipoteca (solo sé que en diciembre de 2014 me debía ya 15.000 euros de los que, por supuesto, no he visto, ni veré jamás un céntimo) pero ahora está empeñado en vender el piso en el que residimos mis hijas y yo y que religiosamente pago todos los meses con ayuda de mi madre. ¿Qué mi madre es mayor?, como me recordó mi ex...es un hecho incuestionable...pero, pase lo que pase, yo seguiré pagando la hipoteca porque prefiero eso a pagar un alquiler por la misma cantidad...al menos, en un futuro, el piso será para mis hijas.
Podría haber hablado de eso y mucho más, pero lo que hoy me trae es una de las recetas que Julia y sus compis realizaron en el taller de cocina del cole. Esta semana se trata de unas riquísimas fajitas y el una de las fotografías Julia aparece haciendo uso del horno microondas...¡reto conseguido!.
1. Necesitamos fajitas, queso, jamón, pechuga de pavo o chorizo.
2. Calentamos las fajitas en el microondas.
3. Colocamos en las fajitas una loncha de queso y el ingrediente que más nos gueste.
4. Por último, se enrollan.
5. Y, ya están listas para comer.
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