Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

miércoles, 13 de abril de 2016

"¿HUBIERA PREFERIDO QUE JULIA FUESE UNA NIÑA NO "ESPECIAL" ?"(M.A.M.)

Cuando Julia y yo paseamos por la calle, acudimos a un parque, a una piscina, hacemos juntas la compra, he aceptado ya como algo absolutamente natural que, tarde o temprano, nos miren de soslayo, o bien directamente, a la vez que cuchichean o sonríen, en el mejor de los casos...porque también he vivido situaciones verdaderamente desagradables con personas aparentemente "ciegas" ante el hecho de que mi hija es "especial".


El otro día, una mujer desconocida, con la que nos cruzamos durante nuestros paseos por una senda cercana a nuestra casa, me preguntó: “¿No hubieras preferido que tu hija fuese una niña “normal?”. Me quedé perpleja por su osadía pero, a su vez, realmente me hice esa pregunta.


Sería una necia si negase que, en multitud de ocasiones, he deseado que Julia no tuviese autismo. Sin embargo Julia es mi hija, al igual que lo es Celia y, así como no cambiaría a Celia por nadie, puedo asegurar que tampoco cambiaría a Julia por nadie.


Sí tuve un periodo de rebeldía. Estaba enfadada contra el mundo en general por haberme robado esa etapa tan maravillosa que es cuando tu hijo es un bebé y se supone que le gustan hacer todas las “monerías” que le gustan al resto. 


Las diferencias se hicieron más evidentes cuando nació Celia. Julia tenía 14 meses y dejó de emitir los escasos ruidos que salían de su boca. Recuerdo perfectamente cuando me reincorporé a mi trabajo, tras la baja maternal, y me preguntaban “¿qué tal lleva Julia el nacimiento de su hermana?”, mi contestación era siempre la misma: “no sé que le ocurre pero es como si se hubiese quedado muda”.


Al nacer Celia y tener como referencia un bebé “normal” me di de bruces con la evidencia: “algo va muy mal en el desarrollo de Julia”, como efectivamente confirmaron los miles de diagnósticos que recibió desde entonces.


Aún así, a día de hoy, cuando veo a un matrimonio, en un restaurante, comiendo o cenando con su bebé, sentado en una trona, siento envidia: jamás pudimos hacer eso; no porque Celia no fuese a comportarse correctamente, sino porque la conducta de Julia era impredecible….en cualquier momento, podía pegar un manotazo al plato, tirar por los aires el tenedor, levantarse de la mesa y correr entre los comensales…todo ello aderezado con gritos y lágrimas difíciles de controlar. Nunca pudimos ir a la Cabalgata de los Reyes Magos, a un desfile de Carnaval…a una función de teatro…acudir al cine era una hazaña que ya he dado por perdida.


Pero no todo es tristeza. Disfruto viendo a Julia feliz corriendo en plena naturaleza,  nadando en la piscina o en la playa, algo que nadie le enseñó y que domina a la perfección, saltando sobre su pelota y realizando verdaderas volteretas en el aire.


¿Cambiaría a Julia, como es hoy en día, por otra Julia, “normal”?. En mi fuero interno, mentiría si dijese que nunca he pensado “¡ojalá el autismo no se hubiese cebado en nuestra vida!", pero, realmente, ni tan siquiera puedo plantearme esa pregunta. Amo con locura a mi hija Julia, en su conjunto, tal y como es  y no…a estas alturas no…Lo único que deseo es que siga siendo la niña maravillosa y feliz que es y a la que todos queremos.


En la foto, Julia tenía dos años y Celia, uno.


Al igual que jamás cambiaría a mi otra hija Celia. ¿Qué si me gustaría que fuese más cariñosa, mimosa, afectuosa?...Tal vez, pero ella es así, al igual que es sumamente responsable, madura, inteligente…me consta que nos adora tanto a su hermana como a mi. Y lo más importante, es feliz, a pesar de las circunstancias, es plenamente feliz, integrada en un grupo fantástico de amigas y disfrutando de una adolescencia maravillosa y plena.


                                                     
Son mis hijas… las quiero con toda mi alma y lo único que deseo es su felicidad.


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