Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

viernes, 16 de septiembre de 2011

LA INTEGRACIÓN ESCOLAR ¿UNA FALACIA, PURA DEMAGOGIA?




Vaya por delante que respeto cualquier decisión tomada por los padres de un hijo "especial" porque doy por sentado que todos buscamos lo mejor para ellos.




Pero, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, he llegado a la conclusión que para determinados casos la integración es imposible, por la propia idiosincrasia del problema que presente el niño o niña


Mi hija Julia cumplió 13 años el pasado mes de marzo y como todos los que me conocéis, sabéis que tiene Trastorno de Espectro Autista.


Empezó su andadura escolar en un colegio religioso de integración concertado en el que nunca habían trabajado con un alumno autista. Su profesora de apoyo, su tutora, su logopeda desconocían lo que eran los pictogramas y en qué consistía la lectoescritura. ¿Qué ocurrió?. Al inicio de 2º de primaria nos "invitaron" a marcharnos dada "la dificultad que presenta el trabajo con Julia". ¡Claro...he olvidado afirmar que su CI en determinadas áreas está muy por encima de la media, aunque en otras, presente un retraso evidente, sobre todo en las áreas referidas a la sociabilización!.



Me pregunto: ¡ya que nos iban a echar, porque no lo hicieron en junio del año anterior y al menos, nos habríamos ahorrado un año en ese colegio en el que Julia se convirtió en una verdadera salvaje!


Tras pelear en la Consejería de Educación y dado que insistían con la "integración", crearon para Julia una plaza en un Colegio Público ubicado a 15 kilómetros de donde vivíamos. Lo cierto es que los cuatro cursos que pasó en ese colegio no los considero como perdidos en cuanto que aprendió a escribir, con autonomía; a leer en voz alta, fonéticamente, a pesar de ser "no oral";accedió a las nociones básicas de las matemáticas y, sobre todo, consiguieron un cambio conductual ¡increíble!. Julia dejó el centro siendo capaz de estar sentada todo el tiempo estipulado por el profesor, con un comportamiento correcto, obedecienso todas sus ordenes y con un nivel de frustración a penas perceptible.


Pero, este año le tocaba iniciar la educación secundaria en un Instituto. ¿Qué pasó?. Pues que a pesar de que su CI es elevado, no le sirve de nada si su autismo le impide desarrollarlo; además no olvidemos que sigue siendo "no oral". Por tanto, optamos por la decisión de matricularala en un Colegio de Educación Especial.



Hace diez años, estaría escribiendo este link llorando e invadida por la tristeza. Hoy, creo que es la mejor decisión que hemos tomado su padre y yo. Sube al autocar feliz; regresa a casa feliz y le enseñarán a vivir en una sociedad que para estos niños es "cruel y perversa" porque hay muy poca gente que se ponga en su lugar. Julia presenta un retraso muy profundo en cuanto a la empatía social, su integración autónoma, las normas "socialmente correctas". Y en este colegio, le van a enseñar a "vivir con autonomía".


Sé que es estúpido arrepentirse de algo que decidiste en su día, porque no podemos volver sobre nuestros pasos, pero si llego a saber hace una década lo que ha sido la "carrera escolar" de Julia creo que, sin dudarlo, la hubiésemos matriculado en el Colegio de Educación Especial.   
Lo que ocurre es que, cuando tienen tres años y visitas uno de estos centros, tengo que reconocer que para una madre o un padre, la experiencia es muy fuerte porque aún no has ni siquiera asimilado o aceptado que tu hijo tiene un problema...pero, a medida que pasa el tiempo y vas pasando por todas las fases de duelo te das cuenta que donde mejor había estado desde el principio era con niños como ella. Nos habríamos ahorrado experiencias tan horribles como enterarte, por mi otra hija, que en el recreo, un grupo de niños la rodeaban y le tiraban comida al suelo para que Julia se agachase a comerla mientras esos perversos alumnos se reían de ella... No hubiese tenido que soportar los murmullos y las miradas de la madres de niños "normales", mezcla de altivez y desaprobación












Ya no quiero volver la vista atrás. Julia es feliz y eso a mí me hace feliz.

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