Aunque mi embarazo fue difícil, el 25 de marzo de 1999, a las 19 horas, nacía Julia tras un parto maravilloso.
No le costó nada llegar a este mundo; un simple empujón y ya estaba sobre mi pecho....levantó su cabeza y por primera vez nos miramos a los ojos. Nació tan limpia, tan guapa...A partir de ese momento, nada volvió a ser como siempre.
Todas las exploraciones fueron perfectas...en el test de Apgar obtuvo un 9 y un 10. Dos horas después, la acercaron a mi pecho y, agarrándose a mi pezón, comenzó a succionar con fuerza y ganas.
Catorce meses después nació Celia, mi otra hija, su hermana...la personita que yo pensé iba a convertirse en su mejor amiga, compañera de juegos, aliada.
Todo fue felicidad hasta la llegada del terrible diagnóstico "Trastorno de Espectro Autista" no oral. A partir de aquí, todos los que seguís este blog, conocéis la evolución de los acontecimientos.
Es por eso que, desde entonces, el día del cumpleaños de Julia es una jornada de sentimientos encontrados.
Por un lado, me siento la mujer más feliz del mundo por tener junto a mí a una hija maravillosa, fuente inagotable de sonrisas, besos, mimos, abrazos...alguien que cada día me ofrece un regalo traducido en uno de sus pequeños avances y que con su risa llena la casa de felicidad.
Pero por otro lado, está el monstruo silencioso e invisible del autismo...que me angustia, me ahoga, me aterroriza...consigue que cada día sea un paso más hacia la incertidumbre de un futuro que desconozco como va a ser para Julia. Mi única aspiración como madre es su felicidad y que alcance un mínimo de autonomía personal para su día a día.
Sin embargo, si de algo no tengo dudas es de que Julia es una persona absolutamente feliz...vive en un mundo en el que no existe el dinero, los convencionalismos sociales, las reglas de juego establecidas. Su mundo es puro, limpio, inocente...lástima que no todo el mundo lo vea así.
Julia, ¡feliz cumpleaños!.
Sabes que te quiero con toda mi alma y que me siento muy orgullosa de ser tu madre. No es necesario que te diga que siempre voy a estar a tu lado, ayudándote a seguir adelante...solamente te pido que sigas dándome tus mágicos besos, tus maravillosos abrazos y que me sigas mirando con esos expresivos ojos acompañados de esa sonrisa que luce perenne en tu cara.
Felicidades para Julia. Y no se preocupe por el autismo, que eso aunque no tiene cura se puede llevar con mucha paciencia, comprensión y amor.
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