Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.
domingo, 30 de marzo de 2014
Dos hijas, dos adolescencias...y en medio yo, su madre.
Tengo dos hijas: Julia, que acaba de cumplir 16 años y Celia que cumplirá en junio 15.
Julia es "especial" pues estar diagnosticada como autista ( "sí, ya lo sé, para ser más estrictos debería decir Trastorno de Espectro Autista o Trastorno Generalizado del Desarrollo...pero cuando pasan los años, ya te dan igual los diferentes nombres que se le puede dar a su problema" ).
Celia "se ha tirado de cabeza " y aún sigue bajo el agua de ese océano llamado "adolescencia"; Julia se desenvuelve mejor en esas aguas.
Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es el periodo comprendido entre los 10 y 19 años y forma parte de la juventud. Es esencialmente una época de cambios, un periodo de transición que tiene características peculiares ya que sus protagonistas son jóvenes que aún no son adultos, pero que ya no son niños. Es una etapa de descubrimiento de la propia identidad así como de la autonomía individual.
Asumo que estaba aterrorizada con la llegada a la adolescencia de mis dos hijas y reconozco que la que más me preocupaba era Julia...¡pero, no!...Celia se ha convertido en otra persona y hay días en los que me apetecería salir a la ventana y gritar "¡¡¡ SOCORRO !!!". Si siempre había sido poco cariñosa, nada mimosa, muy independiente ahora sigue siéndolo pero "multiplicado por mil". Ya no sé cómo dirigirme a ella pues adopte el modo que adopte sé que siempre le voy a molestar. Sin embargo, de pronto y sin aviso, deja salir su verdadera personalidad y me regala una charla en la que me cuenta y explica, a modo de relato, sus últimas experiencias...pero, ¡dura tan poco tiempo!.
Julia, sin embargo, desde hace un año, más o menos, se ha transformado en una "máquina de la risa". Puede estar horas en una constante carcajada y, aunque parezca divertido, puedo asegurar que llega un momento en el que me apetecería gritar: "¡Ya...basta!". Pero Julia me compensa con su lado mimoso, cariñoso, tierno..."me come" a besos y "me pide" que yo haga lo mismo con ella.
Y a ellas, tengo que unirme yo con mi propia "batalla" contra las hormonas femeninas. Estoy entrando en una etapa de desequilibrios cuyo punto álgido supongo que será la menopausia pero, si es un proceso hereditario y fijándome en mi madre, aún me quedan unos años para llegar a ella. No obstante, tengo que reconocer que afectivamente es uno de los períodos más "excitantes" de mi vida porque...¡por fin!...se han unido el amor y la pasión y esto es uno de los mejores regalos que me podía ofrecer la vida.
Según me han comentado algunas personas con experiencia previa, dentro de unos dos años, Celia volverá a ser la que era: habladora, comunicativa, cariñosa y ya no tendré que temer a sus respuestas. ¿Y qué pasa con Julia?; ella siempre es imprevisible por lo que no sé cuál será su próxima etapa aunque podría asegurar que seguirá siendo igual de mimosa, solicitando o dando besos a todas horas.
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