Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

miércoles, 15 de abril de 2015

"EL COLEGIO DE JULIA...UN CENTRO FELIZ" (M.A.M.)



Ya lo he contado en varias ocasiones y no desearía resultar reiterativa pero las visitas al colegio al que acude mi hija Julia son un verdadero regalo para mí, como madre de una adolescente con autismo.

Tras cinco cursos en un colegio concertado de integración y cuatro en un colegio público al que acudían algunos niños con diferentes patologías puedo afirmar, con conocimiento de causa que, desde que Julia acude al Colegio de Educación Especial Latores...y ya lleva cuatro maravillosos años...es una persona aceptada por todos y yo, como madre, me siento absolutamente tranquila y feliz.

Hoy tuve tutoría en el centro. ¿Sabéis lo que significa para mí que, tras atravesar la puerta de entrada, todos los profesionales con los que me encontraba, tanto profesores como auxiliares, tenían una palabra bonita para Julia, un saludo afectuoso, un gesto cariñoso?.

Hasta los trece años Julia fue una niña incomprendida en un territorio hostil. ¡Cuando pienso qué diferente hubiera sido todo si la hubiese matriculado en este colegio al cumplir 3 años!. Pero aquí entra la tendencia, yo creo que equivocada en muchos casos, a la integración. No dudo que hay niños que por supuesto pueden integrarse en un centro ordinario, al menos, durante los primeros años. Pero casos como el de Julia, claramente no. Pero mi ignorancia, al principio, me hizo seguir consejos de supuestos "profesionales" y ahora sé que me equivoqué.

Con la perspectiva que me da el tiempo, ha sido uno de los mayores errores de mi vida...¡y he cometido unos cuantos!.

Algunas madres que leen este blog, se ponen en contacto conmigo pidiéndome consejo sobre la futura escolarización de su hijo diagnosticado con autismo. Siempre les digo. lo mismo. "no te asustes porque el colegio lleve asociado a su nombre el adjetivo "especial", al contrario, son centros "especiales" precisamente porque saben tratar, trabajar y respetar a nuestros niños...no lo dudes, tu hijo estará más cómodo en un entorno en el que, sus compañeros no son diferentes a él, en un lugar en el que trabajan profesionales con una formación específica, todos dotados de una extraordinaria sensibilidad que les permite acceder al siempre complicado mundo de estos niños"

Esta mañana me encontré hablando con dos amigas, Teresa, encargada del departamento de Trabajo Social, como Candy, tutora de Julia  escuchaban atentamente todas mis palabras y mostraban interés por toda la información nueva que yo pudiera aportar sobre mi hija.

Debo alabar una vez más el trabajo de Candy, una trabajadora incansable y con una paciencia infinita. Esta consiguiendo alcanzar metas que, en un principio, podían parecer impensables.

Estoy convencida de que los profesores que trabajan con niños "especiales"  lo hacen por vocación. Y aquí, vuelvo a referirme a Candy pues debe ser muy difícil mantener el orden en un aula con cuatro alumnos con patologias muy parecidas; y, recordemos, que no estoy hablando de niños pequeños...no, son ya adolescentes de 16 y 17 años por lo que aún resulta más complicado pues se une la problemática "especial" de cada uno de ellos con la adolescencia, una etapa de la vida conflictiva y complicada,

Julia acude a un colegio que le ofrece enseñanza curricular adaptada, logopedia, música, gimnasia, natación...acude al cine, realiza "talleres de cocina"...desde que come en el centro su paladar se ha abierto a todo tipo de comidas que hace unos años pensaba que jamás probaría. ¿Os dais cuenta?...¡le han enseñado hasta comer!. Trabajan constantemente su autonomía, estimulan su comunicación...¿qué más puedo pedir?.

Únicamente me queda dar las gracias a este colegio en el que mi hija es comprendida, querida y apoyada y por extensión, yo, como su madre, me siento igualmente comprendida, querida y apoyada. Gracias de corazón.

Os dejo de regalo, una sonrisa de Julia...uno de sus mejores regalos y lo que me empuja a seguir día a día.

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