Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

sábado, 20 de diciembre de 2014

"Al gato Gustus no le gusta cazar ratones" (M.A.M.)



  El gato Gusgus es un gato muy especial. Vive en una granja juntos a sus papis y hermanos. La dueña de la granja, la señora Beatriz, les permite pasar al interior de la vivienda y son los únicos animales que tienen su propia cama. ¡Pero si hasta Gusgus el más pequeñín de todos, duerme dentro de las zapatillas de la señora Beatriz!.

La familia gatuna está formada por Mushy, el padre; Linda, la madre, y los tres hermanos Trasto, Manchitas y Gusgus. La señora Beatriz les permitía dormir en el interior de la casa por dos razones: es una amante de los mininos y porque gracias a ellos los ratones no se atrevían a entrar, porque ratón que entrase…¡zas, ratón cazado!.

Pero Gusgus tenía un problema gordo, muy gordo…¡no soportaba cazar ratones!. No le parecía bien hacerlo; eran animales como ellos y tenían el mismo derecho que ellos a vivir.

-Mami, creo que la señora Beatriz me va a echar muy pronto de la casa.

-¿Por qué mi amor?. La señora Beatriz nos quiere mucho y tú eres su preferido por ser el chiquitín de la familia…¡si hasta te deja dormir acurrucado en sus zapatillas!.

-Ya lo sé mami, pero es que hay una cosa que se supone que debemos hacer…y que yo no puedo hacer…mira que lo he intentado, pero me muero de pena.

-¡Gusgus, me estás asustando!...y lo peor ¡me estoy empezando a poner nerviosa!. ¿Qué es eso que se supone que debemos hacer y que tu no puedes hacer porque te da pena?....¡Espera, no me lo digas!...¿No me digas que te pasa lo mismo que le pasaba a tu abuelo Maxi, que en el cielo de los gatos descanse?.

-Pues no tengo ni idea, porque como tampoco sé que le pasaba a mi abuelo Maxi…¡si apenas le conocí aunque he escuchado alguna historia sobre él!

-Pues pasa que a tu abuelo Maxi le dio por decir que no podía cazar ratones porque le daban mucha pena y, ¡¡¡lo más gordo!!!, después del fallecimiento de tu abuela, es decir de su esposa, Lina, ¡¡¡tuvo una aventura con una ratoncita….la muy presumida…se llamaba Lucy!!!. Por culpa de tu abuelo y de la famosa ratona Lucy, casi nos echan de la casa. Así que ya puedes ir espabilando, porque no quiero pasar por lo mismo que pasé hace unos años.
-“Pero mami….”

-No hay “peros” que valgan, los gatos estamos en esta casa para cazar ratones, no para hacernos amigos de ellos y ¡mucho menos, enamorarse!.

Gusgus salió de la habitación cabizbajo, ¡había salido a su abuelo Maxi!, del que tantas cosas había oído y nunca buenas. ¡Pero que podía hacer él!. Y mientras pensaba y pensaba, una ratoncita salió a toda prisa de la cocina con un trocito de queso en la boca.

Bueno, voy a intentarlo-se dijo Gusgus.

-¡Alto!...¿donde crees que vas con ese trozo de queso que has robado a la señora Beatriz de su cocina?. ¿Acaso no sabes que mi obligación es cazarte y devolver el queso a su sitio?.

-Lo sé- dijo la ratoncita con una voz tímida y temblorosa y abriendo mucho los ojos, una gran lágrima se deslizó por su carita-el queso no es para mi, es para mi mami, que está a punto de tener más ratoncitos, y necesita comer.

Gusgus no pudo hacerle daño: esa vocecilla, esos ojos, la lágrima…¿cómo iba a dar caza a una ratoncita que, además, arriesgaba su vida para llevar comida a su mamá que estaba a punto de tener más ratoncitos?.

-Bueno, márchate corriendo. Solamente te pido un favor: no le digas a nadie, y cuando digo a nadie es nadie, que te he dejado marchar con el trozo de queso. Si se enterase mi madre, mi padre ¡o la señora Beatriz!, me echarían de casa para siempre.

-Gracias, de verdad…y por supuesto puedes estar tranquilo pues de mi boca no va a salir ni una sola palabra; si ¡eres el primer gato bueno que conozco!.

Gusgus se quedó pensativo. “¿Soy el único gato bueno que conoce?”…pero ¡si yo no conozco a ningún gato malo!.

Entonces se acercó a la biblioteca que tenía la señora Beatriz en su casa en la que había un montón de libros sobre gatos de todas las razas: siameses, persas, de campo, etc. Gusgus supuso que al vivir en una granja sería un gato de campo y, con mucho esfuerzo, puso el libro sobre una mesa y empezó a leer. ¡No salía de su asombro!. Desde tiempo inmemorial, los gatos siempre, siempre, siempre, habían cazado ratones; es más, en las granjas los tenían precisamente para eso, para mantener limpia de roedores la casa y sobre todo, los cultivos de la granja, porque por lo que decía el libro:

“El ratón de campo consume fundamentalmente frutos, piñas y semillas, aunque
no rechaza comer brotes y tallos jóvenes, por eso causan daños importantes en
los cultivos”

-¡Ahora lo entiendo!- pensó Gusgus-por eso los gatos somos tan importantes en una granja!. Pero algo bueno deben tener los ratones…al menos, los animales que conozco como la oveja, la vaca, el cerdo son buenos, no ocasionan problemas a la señora Beatriz. Luego está el matrimonio de perros encargados de avisar si se acerca alguien a la casa. Se llaman Leo y Lola, son ¡enormes! y aunque siempre se ha dicho que los perros y los gatos no nos llevamos bien, al menos, en este caso, esa regla no se cumple. Como nos conocemos desde siempre, somos amigos y podemos estar juntos sin pelearnos “ como el perro y el gato “, que dice el refrán.

Gusgus siguió leyendo y leyendo y leyendo y solo encontraba cosas malas de los ratones hasta que “¡Por fin!- se dijo-¡he encontrado algo bueno que hacen los roedores de campo!”.

-Mamá, mamá,¡mira lo que acabo de leer!.

-Gusgus, ¿se puede saber que haces en la biblioteca?, ¿no ves que la señora Beatriz se puede enfadar si te ve husmeando entre sus libros?.

-Pero mami, los ratones son buenos, pero que muy buenos.

-Gusgus, me estás empezando a enfadar.

- Pues antes de enfadarte escucha:

“El ratón de campo es capaz de distinguir cuando un terreno es propicio para el
cultivo o cuando un terreno presenta signos de contaminación y no es válido
para plantar”

-Mami, el queso o los frutos secos de la cocina, los comen los pobres porque aunque son ratones de campo se han acostumbrado a vivir en una casa, como nosotros, pero en el fondo son buenos. Yo creo que si llegamos a un acuerdo con ellos no molestarán más a la señora Beatriz y nosotros no estaremos obligados a cazarlos.

-¿Y me puedes decir qué tipo de acuerdo es ese porque me tienes muy intrigada?.

-Mami, ellos pueden comer semillas, frutos secos…

-Chssssssss!, no sigas por ahí, ¿tu te crees que a la señora Beatriz le va a hacer gracias que los ratones le coman sus cosechas.

-No, por supuesto que no. Pero me he dado cuenta que, si nosotros hemos podido llegar a ser amigos de Leo y Lola, los dos perros guardianes de la granja, también podemos llegar a ser amigos de los ratones y no tendremos que cazarlos. Mami, tengo un plan: esta mañana conocí a una ratoncita a la que no pude hacer nada porque me dio muchísima pena; llevaba un trocito de queso para su mamá que está a punto de tener ratoncitos. Yo creo que si les convencemos de que se trasladen a vivir al granero, dejarán de merodear por casa y allí tendrán suficiente comida y, mami, reconocelo, por muchos granitos de trigo que coman, la señora Beatriz no se va a enterar. Dejaremos de vivir estresados persiguiendo pobres ratones que no nos han hecho nada y ellos estarán mucho más tranquilos. Ya he hablado con los caballos, el matrimonio de cerditos, y las cuatro vacas de la señora y no tienen ningún problema porque los ratoncitos se muden al granero.

-Visto así, no deja de ser una buena idea. Si te soy sincera a mí nunca me ha gustado ir por ahí cazando ratones: es muy cansado y un poco sucio. Voy a comentárselo a tu padre y si le parece bien, te doy permiso para que hables con la ratoncita.

Resulta que al padre de Gusgus tampoco le gustaba cazar ratones, ni a sus hermanos tampoco; lo hacían porque se suponía que era lo que tenían que hacer, pero si pudiesen evitarlo, vivirían más tranquilos y felices.

Entonces, sin pensarlos Gusgus, se acercó al agujero de la pared que la familia de la ratoncita había convertido en su casa.

-Ratoncita, soy Gusgus. ¿Puedes salir un momento?. Te prometo que no voy a hacerte ningún daño.

La ratoncita que sabía que Gusgus era un gatito bueno, salió confiada de su casa y, sin pestañear, escuchó el plan de mudanza que habían aprobado todos los animales de la granja.

-Tu mamá, que está a punto de tener ratoncitos, estará mucho más tranquila. Tendréis comida y un techo y ningún animal os hará ningún daño.

Al día siguiente, se inició la mudanza aprovechando que la señora Beatriz había salido a comprar al pueblo. Los ratoncitos encontraron su nuevo hogar muy acogedor, calentito ¡¡¡y con mucha comida!!!. Y Gusgus y su familia pudieron seguir viviendo tranquilos en el interior de la casa de la señora Beatriz. tranquilos y felices pues nunca tuvieron que dar caza a ningún otro ratón.

¡Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO Y DE CORAZÓN ESPERO QUE TE HAYA GUSTADO!



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