Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.
viernes, 30 de mayo de 2014
Separación
Ya han pasado casi cuatro años desde que Javier y yo iniciamos el proceso de divorcio y lo que llevo peor son las separaciones de mis hijas. Solamente la persona que es madre o padre de un niño "especial" puede entender la tristeza que me invade cada dos fines de semana. Siento literalmente que me desgarran el estómago
Me consta que Celia comprende y acepta esta separación pero desconozco si Julia llega a comprender "mi desaparición" durante dos días de su vida. Lo cierto es que, el lunes, cuando regresa del colegio y ha pasado el fin de semana con su padre, baja del autocar muy enfadada conmigo.
El autismo de Julia me ha robado su infancia, me está robando su adolescencia pero lo que no logra arrebatarme es su amor incondicional. Julia me quiere por encima de todo como yo a ella. Por mis hijas haría lo que me pidieran, son parte de mí y no concibo mi vida sin ellas. La diferencia entre una y otra es que Celia vive asentada en una realidad para la que encuentra múltiples explicaciones y Julia vive en su particular mundo.
Siempre seré madre de mis dos hijas pero sé que quién va a permanecer junto a mí será Julia...Celia, en cuanto tenga alas, volará del nido para iniciar su particular experiencia vital.
La época en la que hicimos esta foto representa lo que siempre ha sido mi vida desde el nacimiento de mis dos hijas: felicidad absoluta y, paralelamente, terrible frustración por no haber sabido nunca la mejor manera de ayudar a Julia.
Julia ha pasado ya por tres colegios; Celia, conoció dos centros escolares y ahora está en un Instituto de Enseñanza Secundaria. A medida que se hacen mayores, la diferencia entre ambas se hace más obvia y mi sufrimiento se acrecienta. ¿Qué me importa que Julia sea inteligente si su autismo le impide demostrarlo?; realmente, siempre será mi niña pequeña, mimosa y besucosa, que le encanta que le dé suaves mordiscos en su cuello y que le abrace con la fuerza de una "mamá oso". Ojalá Celia quisiera lo mismo; pero ella ya tiene cubiertas sus necesidades afectivas.
Si por algo desearía ser rica es para despreocuparme de buscar trabajo y poder asegurar un buen futuro para mis dos hijas y, mientras tanto, disfrutar de ellas...
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