#autismonoverbal #mihijatieneautismoyustedquémira.
Mi hija Julia cumple veinte años el día veinticinco de este mes, por lo que creo que tengo un considerable conocimiento empírico sobre el autismo no verbal.
Hoy no ha podido acudir al colegio.
Tras la ducha entró en crisis; cada vez ha ido a más: gritos, golpes, puñetazos, cabezazos contra la pared. A mí, en un infructuoso intento de calmarla, me ha pegado, apretado con fuerza los brazos, me ha empujado hasta tirarme al suelo.
Sin embargo, con su mirada parecía querer preguntarme qué es lo que le ocurría. Y yo no lo sé. Y nadie lo sabe.
Que no venga nadie a decirme que estas crisis se pueden anticipar; que los pictogramas sirven para adelantarnos al motivo que las provoca y ¡mucho menos! que nadie me diga que estas crisis no están relacionadas con el autismo.
Solo sé que cuando estos episodios de violencia terminan, sin ninguna razón que explique tampoco el por qué de su fin, Julia vuelve a ser la persona dulce, risueña y mimosa de siempre y a mí se me rompe el corazón por ser incapaz de ofrecerle una ayuda efectiva.
Este es uno de esos días en los que odio profundamente a este monstruo silencioso que es el autismo.
Este es uno de esos días en los que odio profundamente a este monstruo silencioso que es el autismo.
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