El pasado fin de semana me encontraba en Llanes, sentada en una terraza, cuando vi pasar a una niña, ya adolescente, acompañada de su madre y un joven que supuse sería su hermano, que le sujetaban ante las evidentes diificultades que tenía para caminar. Ante el asombroso parecido que tenía con una compañera de mi hija Julia, sin dudarlo ni un momento, me levanté y me aproximé a saludar a su madre.
-"Hola...creo que tu hija es compañera de clase de la mía"- dije yo.
-"¡Anda, ¿no me digas?...¡que casualidad!- me respondió.
Fue entonces cuando me percaté que, aunque el parecido era asombroso, me había equivocado.
-"Perdona, pero creo que me he confundido...mi hija asiste al Colegio de Educación Especial Latores, en Oviedo".
-"Anda, pues sí...nosotros vivimos en Madrid".
Sin embargo, a pesar del error, comenzamos a hablar como si nos conociésemos de siempre. Por los rasgos físicos de la niña le pregunté si lo que tenía ers "Síndrome de Angelman" y su madre me respondió que, hasta hace poco ese era su diagnóstico pero, que hacía escasamente dos meses, les habían comunicado que lo que padecía era "Síndrome de West".
A su vez, ella me preguntó qué era lo que tenía Julia a lo que yo respondí que mi hija tiene Autismo "no oral".
Su hija tiene 19 años, Julia tiene 17...Compartimos confidencias, informaciones, experiencias, alegrías, miedos...
Además, debo quitarme el sombrero ante ella. Quién conoce la localidad de Llanes sabe la enorme cantidad de turistas que caminan por sus calles durante el verano...pues bien, nuestra conversación tuvo lugar en una esquina en la que estaba tocando un músico ambulante, con su hija sentada en el suelo (por lo que me contó su madre, a su hija le apasiona la música, afición que por cierto comparte con Julia) y ante las inevitables y, en ocasiones, irritantes miradas de las personas que pasaban a nuestro lado. Su sonrisa no desapareció de su cara ni un sólo momento.
Mi pena...tan enfrascadas estuvimos en la conversación que manteníamos que, a pesar de decir el nombre de nuestras respectivas hijas, no llegamos a presentarnos. Me quedé con las ganas de saber como se llama esa maravillosa mujer y me apena no haber anotado su teléfono y que ella hubiese hecho lo mismo. Lo único que sé es que viven en Madrid.
A lo mejor, el verano que viene nos volvemos a encontrar...
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