Julia corriendo en plena naturaleza es ¡¡¡feliz!!!...
Mi hija Julia tiene veinte años y crece paralelamente al blog que inspiró, por eso anualmente anoto cada cambio de edad.
Tiene Autismo "no verbal".
Usted es gord@, usted es calv@, usted es alt@, usted es baj@; usted lleva gafas; usted utiliza bastón.Tú tienes acné, tú estás en pleno estirón, a tí te está cambiando la voz.
¿Es mi mirada lastimera, reprobatoria o de conmiseración?.¿Acaso cuchicheo ante tu poblada cara llena de granos o tu atiplada voz o miro, con atención, el bastón que usted usa para caminar?. Pues no miren así a mi hija, no se lo merece y yo tampoco.

domingo, 17 de mayo de 2015

UN CUENTO PARA NUESTROS NIÑOS "ESPECIALES": "CLOE NO SABE HABLAR Y LA LEONA QUIRA NO SABE RUGIR" (M.A.M.)

 "CLOE NO SABE HABLAR Y LA LEONA QUIRA NO SABE RUGIR" (M.A.M.)
   


Cloe nació en África, en un país que se llama Kenia. 

Sus papás son médicos, Trabajan en un hospital y viajan mucho en un coche que se llama jeep, porque es el único que puede circular por carreteras de tierra, para ayudar a gente que está enferma y que viven muy lejos.

Cuando Cloe nació sus papás se pusieron muy, muy contentos, pues hacía mucho tiempo que tenían ganas de tener un bebé. 

Cloe era una niña muy guapa. De su mamá heredó el color de su pelo, rubio y el color de sus ojos, azules y de su papá la forma de la nariz, la boca junto al tamaño de sus pies y sus manos, muy grandes y fuertes.

Durante su primer año de vida, Cloe fue una niña buenísima y tranquila. Solamente lloraba cuando tenía hambre; entonces su papi y su mami le hacían riquísimos biberones que le ayudaban a crecer sana y fuerte.

Si había algo que les preocupaba a sus papis era la poca necesidad de sueño que tenía Cloe. Podía pasar noches enteras sin cerrar los ojos. Si había algo que extrañase a sus papis es que a Cloe no le gustaba jugar como el resto de los niños. Ella era feliz saltando, corriendo, riendo.

                                          



Cuando tuvo que empezar a comer papillas con cuchara se negó en redondo porque le daba un asco horrible aquella cosa metálica que su mamá le metía en la boca, así que sus papás prefirieron esperar y no forzarla, así que siguió comiendo en biberón. ¡Claro, unos biberones cada vez más grandes en los que sus papás debían mezclar alimentos que a primera vista podrían parecer asquerosos, pero que a Cloe, le encantaban!. Por ejemplo: pescado, verduras, cereales y leche o carne, patatas, cereales y leche…y claro, la tetina, por la que succionaba su comida, cada vez tenía un agujero más y más grande!


Cuando Cloe cumplió dos años, seguía con las mismas manías y sus papás ya habían empezado a darse cuenta que su hija no balbuceaba. Aunque, cuando le apetecía algo que no estaba a su alcance, buscaba a su mamá o a su papá y, tras cogerles de la mano, les conducía bien a la cocina, si lo que deseaba era comer, o a su habitación si le apatecía un peluche con el que Cloe dormía desde pequeña

Como estaban muy preocupado, durante sus vacaciones viajaron a España, donde vivía el abuelito de Cloe, el papá de su papá, que era un psiquiatra infantil muy famoso.
Antes de nada, su abuelito pidió a sus amigos médicos que le hicieran algunas pruebas para ver si su pequeña nieta estaba enferma, pero ¡todas las pruebas salieron perfectas!.

Fue entonces cuando su abuelito empezó a jugar con Cloe y mientras jugaban, él iba apuntando cosas en un cuaderno. Fueron muchos días de juegos e incluso, a veces, venían amigos de su abuelito a jugar con ellos. 

Dos semanas después, los papás de Cloe se enteraron de cuál era el motivo por el que no hablaba: su abuelito dijo que su nieta estaba dentro del Trastorno de Espectro Autista no verbal atípico.

Y os preguntaréis, ¿qué es eso?. A ver si me entendéis. Las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) se caracterizan por presentar, desde la infancia y a lo largo de toda su vida, dificultades tanto en la comunicación y el lenguaje como en las relaciones sociales y en sus conductas. Estas manifestaciones varían mucho de un niño a otro. 

Cloe no habla porque no necesita comunicarse con el resto de la gente; no juega con niños porque no le interesan nada de nada; no quiere comer con cuchara porque no soporta masticar; no duerme, porque no tiene las mismas necesidades de descanso de un niño “no especial”; nunca ha jugado a dar de comer a una muñeca porque a ella le cuesta entender los juegos simbólicos

Pero, ¿por qué es atípico?; pues es atípico porque Cloe solo tiene esas características en común con otros niños autistas.

Cloe es muy mimosa y cariñosa.¡le encantan los besos y las cosquillas!; cuando su mamá o su papá le hablan, ella les mira a los ojos; no le importa hacer cada día algo diferente o que le cambien sus cosas de lugar. Le gusta mucho jugar con Mario Bros, leer cuentos y ver vídeos, ¡sí, Cloe aprendió a escribir en el ordenador y a leer sola!


Mientras en la sabana, en Kenia, la leona esposa del rey de los leones de la zona, acaba de tener un cachorrito. Bueno, una cachorrita a la que han decidido llamar Quira.
Sus papás tenían muchas ganas de tener un bebé, porque además será la princesa de los leones.

Quira es muy guapa, al igual que su mamá, duerme muy bien, le encanta mamar pero hay algo que preocupa a sus papás: desde que nació no ha rugido ni una sola vez y para un león, rugir es muy importante porque les sirve tanto para comunicarse con sus amigos como para dar miedo a otros animales.

Sus papás decidieron llevarla a la consulta de un mono muy sabio que vivía en la selva con quien la dejaron un día entero.

El mono, mientras observaba a Quira, escribía con un palo en un trozo de arcilla; una vez terminada la sesión les dijo que Quira no rugía porque no sentía la necesidad de rugir, no juega con otros cachorros porque no le interesan, solo quiere mamar porque se muere de asco si tiene que dar un mordisco a un antílope cazado por su madre. Podría decirse que había desarrollado un “leonino autismo no rugiente atípico”.

Pero Quira es feliz como es. Se siente muy querida por sus papás, que la lamen constantemente, juegan con ella y, lo más importante, le da igual lo que piensen el resto de los leones de ella.

                         
                                

Cuando Cloe regresó a Kenia, un día se alejó porque le apetecía dar un paseo. Como no hablaba, al pasar un rato, nadie sabía donde estaba y sus papás empezaron a preocuparse.

Cloe, durante aquel paseo se sentía feliz, con el sol rozando su piel, cogiendo margaritas, observando las jirafas y las cebras. hasta se dio un chapuzón en un riachuelo.
Tras su baño, cuando se estaba secando, se encontró frente a frente con Quira, la pequeña leona que había tenido la misma idea que ella. Se miraron fijamente a los ojos, Cloe sonrió y Quira le dio un lametón en la cara.

No sabían cómo, pero sin mediar palabra ni rugido alguno, ambas lograron una comunicación total y absoluta. Ambas sabían lo que pensaba la otra.

Pasaron un largo rato “contando” lo preocupados que estaban sus respectivos padres, algo que ellas no entendían porque, desde muy pequeñas habían desarrollado un área de su cerebro que si el resto de los humanos y el resto de los leones quisieran, podrían hacerlo igual, pero como desconocían dicha capacidad no lo hacían. Y resulta que las que tenían el problema eran ellas. 

Cloe había visitado a un montón de médicos que le hicieron todo tipo de pruebas para finalmente acudir a su abuelo, el psiquiatra, que fue el que dijo que su problema se denominaba “ autismo no oral atípico “.

Quira había pasado un día entero con el mono doctor, que había apuntado todo lo que hacía en un trozo de arcilla y que fue el que dijo que su problema se llamaba “leonino autismo no rugiente atípico”.

Mientras Cloe y Quira jugaban, revolcándose en el barro y luego tirándose por un pequeño desnivel, girando sobre si mismas, para desembocar en un riachuelo, aparecieron los padres de Cloe que, aterrorizados, pensaron que su hijita estaba siendo atacada por un león. El papá de Cloe corrió hasta el jeep y cogió un fusil de caza con el que apuntó directamente a Quira; cuando tenía el dedo en el gatillo a punto de disparar oyeron un ¡¡¡N0000000000000000000!!!!.

¿Quién había dicho aquello?...la mamá de Cloe no había sido…¡habia sido Cloe!. 

Ante la terrible consecuencia que supondría que su padre apretase el gatillo, se vió obligada a hablar, algo que hasta entonces nunca había necesitado.

El papá de Cloe bajó el fusil y corrió a coger en brazos a su hija que ya estaba siendo abrazada por su madre. Cloe les dijo que Quira era una leona amiga suya y que lo que estaban haciendo era jugar juntas…ante esta explicación Quira ¡¡¡¡¡RUGIÓ!!!!!

Por primera vez en su vida, ambas recurrieron al lenguaje y al rugido, algo que hasta entonces nunca había necesitado. 

A partir de aquel día, Cloe empezó a hablar con toda normalidad y Quira a rugir con la fuerza que se le presupone a una princesa leona.
Tanto los papás de Cloe como los de Quira estaban muy felices. Pero no nos equivoquemos. Ni Cloe ni Quira eran peores antes por no hablar y no rugir, simplemente eran “diferentes”.

No se puede juzgar a nadie porque no haga lo que se supone que debe hacer pues puede que esté capacitado para hacer algo mucho más importante: dar amor y hacer felices a las personas que están a su alrededor.

Cloe y Quira fueron para siempre amigas y, cuando estaban solas y nadie las veía, seguían comunicándose como lo hacían cuando eran pequeñas, mentalmente…solo hablaban en presencia de los demás.


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