Julia está entrando en la adolescencia, pero sigue siendo mi niña "especial"
Estas pasadas vacaciones en las que, por primera vez, estuvimos
Celia, Julia y yo, las tres sólas, puedo afirmar sin temor a equivocarme
que han sido las mejores vacaciones que he pasado nunca.
Haber aceptado plenamente el autismo de Julia se ha traducido en la desaparción
¡cómo por arte de magia! de mis temores sobre lo que la gente piensa cuando la
ven disfrutar, con su particular manera de jugar.
Ya no siento el mismo dolor que sentía ante las miradas lastimeras y de conmiseración
hacia mi hija.
No puedo negar que el dolor no ha desaparecido pero ha disminuído tánto que prácticamente
ya no lo siento.
He aprendido a decir: "Es mi hija, es inteligente y autista, de ahí su comportamiento"
en inglés : "She is my daughter, she's smart and autistic, hence its behavior"
en francés: «Elle est ma fille, elle est intelligente et autistes, d'où son comportement"
en alemán: "Sie ist meine Tochter, sie ist smart und autistisch, damit ihr Verhalten"
en italiano: "Lei è mia figlia, lei è intelligente e autistici, quindi il suo comportamento"
en noruego: "Hun er min datter, hun er smart og autistisk, derav dens oppførsel"
Me he dado cuenta que si acepto a Julia tal y cómo es puedo lograr que sus maravillosas virtudes como son:
su permanente sonrisa, su ingenuidad, su bondad, su alegría de vivir el día a día, saber disfrutar
del momento sin importarle jamás lo que va a ocurrir una hora después, no planificar nada, hacer de la vida
un juego constante...con un poco de suerte, pueda llevarlas yo a la práctica y tal vez pueda aprender a saborear
el instante sin importarme el futuro inmediato.
Pero no puedo olvida a mi otra hija: Celia.
Celia, a sus doce años, ha logrado convertirse en una maravillosa miscelánea de madurez, sensatez,
inteligencia, previsión, anticipación, planificación...con la picardia inocente, el coqueteo infantil,
sus superficiales preocupaciones por su pelo, su ropa...sus profundas preocupaciones por su futuro
inmediato: el instituto, sus estudios, la amistad.
Celia me ha indicado muchas veces el camino a seguir y puedo asegurar que raramente se ha equivocado.
Celia vió el peligro antes que yo, me avisó y por no hacerle caso me vi inmersa en un pozo de barro que
debido a mi mala cabeza, y es lo que más me duele, salpicó a mis dos hijas.
Pero Celia también ha notado mi cambio tras la llegada de mi ángel y me ha hecho partícipe de su felicidad.
Celia es feliz porque ¡por fin! me ve asentada, tranquila, limpia de lodo y plena de amor.
Mis primeras vacaciones con mis dos hijas puedo traducirlas en una sola palabra ¡¡¡¡FELICIDAD!!!









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